“Diciembre me gustó pa’ que te vayas, que sea tu cruel adiós mi Navidad”. Esta es la historia de ‘Amarga Navidad’, la canción más triste de la temporada.
“¡Acaba de una vez de un sólo golpe…!”, inicia el himno de los que tienen el corazón roto durante la temporada navideña. Se trata de la canción Amarga Navidad de José Alfredo Jiménez “El Rey”, de quien se sabe que se inspiró en sus propias historias de amor y desamor para componer sus canciones.
Sin embargo, lejos de lo que podría pensarse, Amarga Navidad no está inspirada en el dolor sentimental. De acuerdo con Raúl Velazco, fue la esposa del cantautor, Paloma Gálvez, quien le reveló el verdadero origen del clásico navideño.
El testimonio narra que José Alfredo Jiménez era un adicionado del box, sin embargo, no era de su gusto acudir a los estadios, donde había demasiada gente. En cambio prefería ver las peleas en su casa, acompañado de Paloma y sus hijos. Fue precisamente viendo una pelea de José Becerra, que escuchó que este exclamó: “Acaba de una vez de un sólo golpe”. La expresión le fascinó, pues se dio cuenta que podía ser utilizada metafóricamente para hablar de los sentimientos.
Gálvez mencionó que su esposo perdió la euforia de la pelea y se mantuvo en silencio, actitud que mantenía cuando componía, quizá para escuchar con más claridad la voz de las musas. El que escribiera una canción dedicada a Becerra, quien era de sus boxeadores favoritos, no sorprende, pues también le dedicó Con la muerte entre los puños.
Cabe destacar que Becerra fue el primer campeón absoluto con peso gallo en México, lo que despertó la admiración de El Hijo del Pueblo. Sin embargo, la frase se fusionó con el espíritu navideño; para muchos una temporada melancólica que suele poner más susceptibles a los desilusionados.
Finalmente, la canción se convirtió en un himno de dolor navideño, la cual narra la experiencia de la separación y el deseo de que las despedidas sean tajantes como si fuera un gancho, ya no al hígado, sino al corazón. Por eso, es fácil escucharla en cantinas y borracheras durante la época de las posadas, entre los lamentos de los decepcionados que, como El Rey, apagan su dolor con el tequila.